21 de junio de 2005
Memorias de lecturas (41)
Reconozco que tenia curiosidad por la forma en que el periodista Iker Jimenez iba a traspasar a la ficción narrativa todo el despliegue de imaginación que realiza en sus anteriores libros y programas radiofónicos. Y la verdad es que el resultado no puede ser más decepcionante. La historia de un misterio que aúna a un periodista argentino muerto hace 30 años en un cementerio abandonado de un pueblecito toledano, con la obra de un pintor tan fascinante como El Bosco y la presencia en todo esto de la corte de Felipe II, que a priori resulta atractiva acaba siendo un cúmulo de despropósitos narrativos de los que no se encuentran muy a menudo, al menos en un lanzamiento con las características de esta.
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