4 de octubre de 2005

Barbarie

Ayer fui testigo de como una persona puede convertirse en un bárbaro ante la menor reacción. Iba yo tan tranquilo por Madrid con mi nariz embutida entre las páginas de Jonathan Strange y el Señor Norrel, maravilloso libro por cierto, cuando de repente oigo un estruendo de critales rotos. Levanté la vista y veo a un chico de unos veintipocos años, con pinta de macarrilla de barrio, que estaba desmontando uno a uno los paneles de crital de una cabina de Telefónica, de estas que tienen cuatro teléfonos, mientras gritaba, "Así aprenderán a no tragarse más monedas". Lo peor es que el sujeto ni se inmuto cuando la gente empezó a increparle y a reprocharle su acción, es más, incrementó su actitud desafiante, e incluso se erzarzó en una pelea con otro chico que trabajaba en uno de los comercios hacia los que habia estado arrojando las planchas de cristal. Mientras tantos unos llamaban a la policia, y yo dudaba de si usar la camara del movil para sacarle una foto y entregarsela a la policia, pero no me atreví, lo tenia a menos de un metro y temí que si me veia haciéndole una foto la emprendiese conmigo. Al final el chico salió huyendo y yo me quede con la sensación de no haber hecho nada , y preguntandome a que nivel de barbarie podemos llegar por una simple moneda.

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