La saga comienza en un idílico valle donde los lugareños viven una vida plácida y bucólica hasta que un día sufren el ataque de unos seres malvados, creado por el señor del mal, los trolllocs, que amenazan la vida del protagonista y sus amigos. Estos consiguen escapar del pueblo gracias a la ayuda de una joven Sedai, las únicas capaces de encauzar el poder único, que esta convencida de que uno de los jóvenes es clave para derrotar al mal.
Así contado queda claro que la inspiración de Robert Jordan es la obra de Tolkien, cuya sombra asoma en todas y cada una de las páginas de esta novela, aunque conforme avanza la misma poco a poco va cogiendo personalidad propia lo que hace concebir que en futuras entregas la serie despegue el vuelo. La novela, con un esquema clásico de iniciación a través del viaje nos presenta a un conjunto de personajes, muy calculado para cubrir todo tipo de personalidades y poder reflejar así una visión muy amplia del mundo ideado por Robert Jordan.
La narración carece de un ritmo interno definido y si bien le cuesta arrancar, luego la historia va avanzando a buen paso, aunque con algunas rupturas de ritmo debido a la insistencia del autor de mostrarnos hasta el último detalle de todo lo que acontece y de los lugares por los que pasan. De todas formas este volumen ofrece poco más que la presentación de los personajes, pues no debemos de olvidad que constituye solo la primera mitad de la primera novela de la serie.
En cuanto a los personajes, y a falta de que se vayan afirmando conforme avance la historia, no tienen la fuerza que se supone a los protagonistas de una saga de estas características. Con todo una lectura entretenida a la espera de la conclusión de la historia.