11 de marzo de 2005

11-M

Todavia resuena en mi cabeza el momento en el que Iñaki anunció que se habían escuchado explosiones en la estación de Atocha. ¡Ya están los asesinos de siempre! pensé. Inconsciente de la magnitud de la tragédia marché al trabajo. Al salir del metro volví a sintonizar la radio y conforme la cifra de muertos aumentaba una sensación de incredulidad se iba apoderando de mí. Eso no podía estar pasando. Fue un dia de radio e internet, de sms y llamadas para tranquilizar a la familia, en el que la rabia y la tristeza iban de la mano.

Aun hoy el recuerdo de la tragedia me congela el corazón. Acabo se subir de una concentración en la puerta del MAE y las caras de los congregados dejaban bien claro que aquel día todos nosotros fuimos victimas y que nos sigue doliendo recordar.

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