El domingo pasado asistía misa por el funeral de un familiar y ya en la homilía el sacerdote nos habló largo y tendido de la institución familiar, haciendo mucho hincapié en que solo se puede considerar como familia la formada por un hombre y una mujer. Al salir también nos entregaron, no un polvorín que hubiese sido lo propio dadas las fechas, sino un folleto explicativo de la postura de la Iglesia sobre el matrimonio en el que se volvía a resaltar la importancia de la unión Hombre-mujer. (Por cierto, para quien tenga un folleto a mano dejo como tarea encontrar las alianzas del matrimonio que aparece en las fotos).
Tanta insistencia por parte de la jerarquía eclesiástica en la necesidad de la unión hombre-mujer me hace sospechar en que dicha jerarquía tiene una confianza muy limitada en la institución familiar y la cree muy débil ante cualquier variación tanto en el número como en el sexo de los componentes de dicha institución.
Sin embargo yo creo que la institución familiar es tan fuerte que da lo mismo que el núcleo familiar sea el formado por una pareja hombre-mujer que por una pareja del mismo sexo, que por una persona sola que adopte niños o una mujer que decida ser madre soltera. La fuerza de los lazos familiares no viene dada por las circunstancias que dan lugar conforman el origen de una familia sino por el roce y el cariño entre sus miembros y que viene dado por los años de convivencia. O acaso unos hermanos se van a querer menos si uno de los padres muere de forma prematura, o si uno de ellos es adoptado. La institución familiar es tan sumamente flexible que puede adaptarse a los cambios sociales sin perder por ello su influencia e importancia en la sociedad. O acaso las formas familiares no han evolucionado a lo largo de la historia o son iguales en todas las sociedades.
En mi opinión todos los ataques por parte de la jerarquía eclesiástica contra estas nuevas formas familiares solo esconden un miedo atroz a que la sociedad occiedental compruebe que otros modelos de familias son, no solo posibles, sino tan estables y felices como el tradicional.
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